marzo 07, 2010

HA MUERTO EL MAESTRO EDUARDO HERNAN GOMEZ - creador de Los Trovadores -


Eduardo Hernán Gómez, In Memoriam

Si recuerdo persona parca cruzándose en mi vida, ese fue, sin duda, Eduardo Gómez. “El” bajo de Los Trovadores. Se quedó dormido…y hasta en eso fue de pocas palabras. Pero dejó tanta y buena música, y mejor ejemplo de vida aún, que cualquiera de nosotros tiene derecho a envidiarlo sanamente. En lo personal, tuve la suerte de trabajar con él un buen tiempo, en uno de los tantos resucitares de Melipal, allá por el ´99 y llegué a admirarlo y a quererlo, con ese afecto que no disminuye ni con los años ni con la distancia.
Y años y distancia eran palabras que, para él, fueron meros accidentes a sortear en su vida de músico trashumante. Con sus, creo, ya 77 cumplidos, seguía viajando regularmente a ensayar desde Concordia a Santa Fe o Paraná con la última formación de Melipal y al mismo tiempo, a Rosario, con los Originales Trovadores. Y le brillaban los ojos al hablar de su hija menor, nacida pasados sus 60…- Yo, con casi treinta años menos, me preguntaba de dónde sacaba fuerzas y aliento para tremenda quijotada. Y la respuesta es simple: la Música era su vida y su sangre.
Cada día era un camino e recrear de sonidos hacia el alma. Y pese a su gesto casi flemático y sobriedad de palabras, alguna sonrisa, como al paso, era un rayo del sol que brillaba dentro de su ser. Su muerte nos duele a los que tuvimos la inmensa suerte de conocerlo y al Folklore, que en estos últimos tiempos ve perder de repente un gigante más (Chivo Valladares, Patricio Giménez, Mercedes Sosa, Ariel Ramírez, entre otros), pero sí quiero que se sepa que somos muchos los que vamos a extrañar a Eduardo. Nos queda, por supuesto, su música, pero creo que no alcanza para aflojar el nudo en la garganta, la angustia de saber que ya no nos vamos a ver más…

El último 30 de Enero, Cosquín tuvo el triste privilegio de ser escenario de un reencuentro-homenaje de “Los Trova”. Sus amigos de siempre, Romero, Pino y Catramboni, voces irreemplazables e inconfundibles, lo acompañaron en su última presentación. Desde ayer, llueve sin descanso. El cielo llora y llora cubierto por una mortaja triste y gris. Parece una imagen trivial, pero igual, me gusta pensarlo así. Adiós, Amigo.

Gabriel Molina Althaus

Fuente: LANACION.com/SOY CORRESPONSAL

2 comentarios:

Beatriz dijo...

¡GRACIAS, EDUARDO!



Cada ibirápitá era un gran ramo estirado, radiante, que enero elevaba como ofrenda. Cada ibirapitá era un sol inerme que miraba al sol y a las estrellas.



Como el sol, como las estrellas, como toda ofrenda, lluvia de pétalos volvía al suelo, faro en las cunetas, guía refulgente al caminante, radiante sendero que hablaba de la flor.



Viento, lluvia, tiempo...tiempo... pocos días de bordes amarillos. Nada queda de brillante en esas copas; resto de luz ninguno, en las veredas.



Vuelve un febrero doloroso que nos trae memoria de una ida solitaria, casi, y furtiva, que dejara en un patio una silla donde la luna se mece y recuerda; en el país un pentagrama de silencios con estupor dibujados.



¡Qué efímeras tus flores, árbol-rama-sol-ofrenda! Todo es gloria, en enero, todo aplausos!



¿Qué nos queda, en febrero, de ese brillo? A partir del ramalazo, en diecinueve...



¡Otro resplandor! ¿Qué es, de cada rama en la punta?



Es la misión consumada, fin de un ciclo, inicio de otro, gastada vida en pro de vida. Ahora nos llega de lo alto, el fruto, el cabal legado de una vida consagrada. ¡Gracias, Trovador! ¡Gracias, Eduardo!



Al frente hay un sauce que llora, que llora...

¿por qué?

los tres filtros dijo...

GRACIAS BEATRIZ!!!
Me sumo a ese sentimiento de eterno e inacabable agradecimiento hacia el maestro Eduardo Gómez.